jueves, 7 de agosto de 2014

Mermelada Casera, hoy de Cereza


Los martes por la mañana vienen al pueblo varios payeses que ponen sus paraditas en la plaza. El festival de colores es precioso, y el de olores más. Los que vivimos en una gran ciudad sabemos que los tomates no huelen a nada y saben peor, y que los melocotones están acartonados. Pero cuando estás cerca de estas paraditas, huele a huerto. A fruta y verdura de la de verdad.

Este pasado martes, Abuelita fue en busca de la compra de la semana: sandía, melón, unos pimientos, tomates, ciruelas... Y encontró lo que a ella le gusta encontrar: el payés que vende por cajas porque la fruta está muy madura. Llegó tan contenta con su caja de cerezas maduras a casa, que no tardó ni dos minutos en empezar a hacer selección. Una parte sería para comer estos días y las más maduras se convertirían en mermelada para el resto del año.

Lo primero que hicimos fue lavar bien las cerezas, sacarles el rabito y deshuesarlas. Hay mucha gente que las cuece con los huesos y los extrae después, pero nosotras lo hacemos siempre así porque es la manera tradicional. Además, tiene un truquito que luego os explicaré.


Les echamos el azúcar para que maceren un poco. En este caso, las cerezas son muy dulces, por lo que no usamos la misma proporción que con el melocotón. Pesamos 1 Kgr de cereza ya limpia, y le añadimos 800 gr de azúcar. Si pusiéramos más, se perdería el dulzor de la fruta.


Los huesos no los desechamos. Hacemos unos saquitos con los huesos dentro (nosotros usamos gasas porque el tejido ha de permitir dejar sudar a los huesos), que cerraremos bien para que hiervan luego con la mezcla. Este es el truco de nuestra mermelada: cocer la fruta con el hueso aparte dentro de la olla hace que se refuerce el sabor.


Cuando la vayamos a hervir, añadimos la mitad de una manzana con piel. ¿Por qué? Pues por la pectina. Os explico. 

La pectina es una sustancia natural, de consistencia gomosa, que se encuentra generalmente en la piel de la fruta. Cuando cocemos fruta, los ácidos de la misma fruta extraen la pectina y cuando se añade el azúcar es cuando se produce la coagulación en la mezcla. Algunas frutas, como las fresas y las cerezas, contienen muy poca pectina y para que cuajasen se tendría que cocer tanto que: se perdería el color, se perdería el sabor, y apenas nos quedaría fruta en la cazuela. Cuando añadimos pectina evitamos estas tres posibilidades y no se pierden propiedades. Nosotras intentamos evitar la pectina artificial, por lo que usamos como sustituta la manzana, que es la fruta que más pectina tiene. De esta manera, añadiendo media manzana conseguimos espesar la mermelada sin que se note el sabor y sin añadir ningún ingrediente artificial. He leído, pero no lo he probado nunca, que el zumo de limón tiene las mismas características que la manzana.


Dejamos hervir la mezcla una hora más o menos Al acabar la cocción desechamos la manzana y las bolsitas con los huesos. Como hemos añadido los huesos a la mezcla, no se notará nada el sabor de la manzana y al haberlo hecho en saquitos, no tendremos que pescarlos luego uno a uno con la espumadera. En el caso que os guste encontraros los trozos de cereza en la mermelada, podréis envasarla ya. Si por el contrario os gustan las texturas finas, pasadla por la batidora para conseguir la uniformidad que queráis y luego envasadla.


¿Y bien? Aún queda cereza, aunque ya se está acabando la temporada. Si queréis como nosotras degustar una buena mermelada casera de cerezas sacada de vuestra despensa el mes de enero, ponedla al baño maría como os enseñé en la elaboración de la mermelada de melocotón y disfrutadla todo el año. Yo voy a preparar un botecito para llevármelo a la ciudad, que a Mariposilla es la mermelada que más le gusta.


martes, 5 de agosto de 2014

Bola de nieve con Purpurina



Hace ya unos días que Mariposilla y yo estamos en el pueblo. Nuestro abanico de actividades es un no parar: hacemos deberes, estamos aprendiendo a patinar, vamos a bucear con las gafas nuevas de tubo de color rosa... Entre tanto ajetreo, intentamos mantener nuestra costumbre de tener la cabeza ocupada, ya sea leyendo o pensando en alguna manualidad para hacer. El problema que tenemos, como en la mayoría de pueblos, es la conexión a Internet para compartir con vosotros nuestras nuevas ideas.

Hoy es el Santo de Abuelita. Imagino que mucha gente no celebra su Santo, pero en casa tenemos por costumbre seguir ese refrán de "las desgracias vienen solas" y celebramos todo lo que se puede celebrar. Para seguir con nuestra costumbre de hacer regalos personales, ayer por la tarde Mariposilla se puso a pensar que le regalaría a Abuelita. Y decidió hacer una Bola de Nieve, como las que se hacen para Navidad, pero con un osito que compramos hace unos días en un bazar oriental (vosotros ya me entendéis) y purpurina que encontró en nuestra caja de las manualidades.



Es muy fácil de hacer, sólo hay que tener cuidado con los peques en el momento de poner el pegamento. Un consejo que os doy, es que recicléis las figuritas que salen en los huevos de chocolate, pues no requiere un bote muy grande y quedan bastante chulas para regalar a algún amiguito.

Vamos al tema. Necesitaremos: una figura, agua destilada (la nuestra es agua de la secadora), un bote de vidrio (de esos en los que vienen los pepinillos o las aceitunas), purpurina y pegamento de impacto.



Empezaremos pegando a la tapa del bote de vidrio el muñequito que queremos usar. 



Mientras tanto llenamos el bote de cristal con el agua destilada (o mitad destilada mitad del grifo). Lo llenaremos del todo. Cuando se haya secado el pegamento (en 2 minutitos está), metemos la tapa con el muñeco pegado en el bote (como si lo cerráramos) dejando que salga el agua sobrante y desechando un chorrito extra para que no quede lleno del todo. 

Con la medida de agua tomada, sacamos el muñequito con la tapa y ponemos dentro del agua purpurina. Poned la que queráis del color que queráis. Como podréis ver en la fotografía, Mariposilla se excedió un poco en la cantidad, pero es que a ella le encantan los brillos. Se podría llamar perfectamente Mariposilla y de apellido Purpurina.


Removemos la mezcla de agua con purpurina usando una cuchara para que se vayan integrando los dos elementos. Si se pone mucha purpurina puede ser que os quede algún grumito.


Finalmente, usamos de nuevo el pegamento para que la tapa del bote quede bien fijada al cristal. Así evitaremos que se pueda abrir.



Por último, lo que normalmente hacemos nosotras es poner un lazo o un trozo de papel para que disimule la tapa y no se note tanto que es un bote de cristal. En esta ocasión, hemos pegado una cinta de raso y encima hemos colocado un papel con la inscripción que ha querido Mariposilla "Te Quiero Abuela".


Podéis ver que es fácil y muy divertido para los pequeñajos. Abuelita está encantada con su regalo y lo ha colocado en un lugar privilegiado del comedor. Vosotros también podéis aprovechar algún botecito pequeño de anchoas que tengáis y uno de esos muñequitos que nunca sabes donde guardar para hacer un regalito. 

Para Navidad os enseñaré a hacer otro estilo de Bolas de Nieve para decorar la casa para fiestas o para que los pequeñajos de casa (y los no tan pequeñajos) puedan regalar a sus amigos y familiares.